Vestirse para una Boda



El otoño ya está por llegar. Y con él la segunda tanda de época fuerte de bodas: mayo y septiembre (y octubre) son los meses con más tirón para organizar un enlace. Y no es de extrañar. Son meses de entretiempo en los que ni hace mucho frío, ni excesivo calor, lo que nos despista un poco a la hora de qué ponernos, pero justamente en cuestiones de abrigo se agradece porque no hay nada más engorroso que tener que ponerse varias capas cuando uno va de fiesta.


Pasado el verano, el moreno y los colores chillones, vamos, una vez entrado septiembre, se imponen los tonos más apagados. Y es lógico. Porque son los que la mayoría considera más elegantes. Los más discretos, los más clásicos y los más combinables.



Una vez más, la gama de precios es oscilante y con poco podemos conseguir looks espectaculares, todo depende de cómo adornemos el elemento base de nuestro estilismo: el vestido.

El negro, por mucho que se empeñen, es el color del vestir y se puede llevar perfectamente a una boda: basta animar el look con detalles coloridos que no le resten sofisticación ni elegancia. El palabra de honor, el encaje y la silueta lápiz, son las claves de esta temporada.

Si conservas un excelente tono de piel, aprovéchalo y lánzate al color: menos ácido y más pastel. Much más otoñal. En Mango, las opciones son muchas, y no caigas en la trampa del “seguro que me encuentro a otra con un vestido igual”. Que al final todo el mundo piensa lo mismo y de todos modos acaba pasando con los vestidos que se suponen más exclusivos.




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