Los cambios durante el climaterio


Con la llegada de la menopausia, las hormonas sexuales femeninas y en particular los estrógenos, desparecen lentamente del organismo, razón por la cual aparecen cambios tan profundos, como la desaparición del ciclo menstrual y la ovulación. Junto a ellos los huesos, los vasos sanguíneos o el corazón quedan desprotegidos por la falta de estrógenos y puede darse una mayor falta de calcio en los huesos (con la consiguiente aparición de osteoporosis) o un mayor depósito de “grasas” en las arterias (aumenta la tensión arterial y el riesgo de infarto de miocardio y enfermedades cardiovasculares).

La menopausia, antes e incluso después de su aparición, se acompaña del llamado síndrome menopáusico, caracterizado por un conjunto de síntomas y signos que afectan a órganos concretos (vagina, útero, uretra, vejiga, irritabilidad) o bien a todo el organismo (sofocos, palpitaciones, irritabilidad) y que en el fondo reflejan la disminución de los estrógenos en la sangre que, como ya se ha indicado, es una de las razones de la menopausia. Este periodo, también conocido como perimenopausia o climaterio, abarca un tiempo anterior a la menopausia y algunos años después de ella (puede que hasta cinco años después). Su inicio es muy difícil de delimitar, ya que con frecuencia la mujer no siempre presenta los síntomas típicos.

El estrógeno más importante que desaparece lentamente durante la menopausia es el estradiol, producido en un 95 por ciento en el ovario. A medida que el ovario pierde su actividad, las concentraciones de estradiol en sangre disminuyen hasta situarse diez veces por debajo del nivel alcanzado durante la vida fértil. Esto hace, entre otras cosas, que las menstruaciones desaparezcan progresivamente.


Los estrógenos en general y el estradiol en particular no sólo colaboran en el ciclo menstrual o los caracteres sexuales secundarios, si no que sus acciones se extienden por todo el organismo “protegiendo” los huesos, los vasos sanguíneos, el corazón, etc. De entre las acciones más importantes, destacamos las siguientes: 

·       En el aparato genitourinario: los estrógenos mantienen en buenas condiciones la mucosa de la vagina y las glándulas de Bartolino, responsables de la secreción mucosa que lubrica los genitales externos y la vagina durante las relaciones sexuales. En el útero permiten el adecuado equilibrio del endometrio o capa interna; en la uretra mantienen la integridad de su capa mucosa y reducen las infecciones. En general, los estrógenos colaboran a la hora de asegurar la fertilidad femenina.
·       Sobre el hueso, los estrógenos facilitan un mayor depósito de calcio, una mayor formación del hueso y una menor destrucción del mismo. Podríamos imaginarnos el hueso como un montón de trigo en el que por un extremo ponemos granos y por el otro los quitamos. Cada año el montón es muy parecido en forma, pero los granos son distintos. Los estrógenos ayudan a depositar “granos en el hueso” (calcio) y disminuye su eliminación. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el máximo de densidad ósea lo conseguimos a los 25 años y comienza a debilitarse antes de los 40. El efecto protector de los estrógenos sobre el hueso se debe a que facilita la actividad de la calcitonina (hormona que lleva calcio al hueso) y de la vitamina D.
·       Grasa: con los estrógenos hay una distribución feminoide de la grasa, en las caderas, muslos, mamas, etc.
·       Piel: la piel cuenta con mayor elasticidad, flexibilidad y suavidad con la presencia de estrógenos; sin ellos se vuelve más seca y frágil.
·       Vasos sanguíneos: el depósito de grasa en las paredes de las arterias es menor cuando los estrógenos circulan ampliamente en la sangre. De hecho, los hombres tienen más problemas que las mujeres de arteriosclerosis y sus  consecuencias como infarto de miocardio o embolia cerebral antes de los 50 años, mientras que a partir de esa edad la situación se invierte.

El desarrollo de estas actividades por parte de los estrógenos es una de las razones que explica que su falta puede debilitar otros elementos ajenos a la región genital (huesos, sistema nervioso, corazón, vasos sanguíneos). También por esta razón, y para evitar complicaciones, muchas mujeres son tratadas durante este periodo de la vida con fármacos que contienen estrógenos: es la llamada terapia hormonal sustitutiva.
Por último, al cesar la producción de estrógenos durante la menopausia o ser ésta muy baja, las pocas hormonas masculinas (testosterona) que se producen en el organismo de la mujer se manifiestan de una forma más clara y modifican algunas de sus características (piel, distribución del vello). En realidad, después de la menopausia todavía existen en el organismo de la mujer unas pequeñas cantidades de hormonas masculinas, que son las que favorecen la aparición de mayor cantidad de vello así como la distribución de grasa a la manera masculina.





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