Hoy más que nunca sabemos que la actividad física proporciona notables beneficios al organismo y aleja las posibilidades de padecer enfermedades.
Por otra parte, cuando hablamos de actividad física no significa que tengamos que contratar a un entrenador, matricularnos en un gimnasio y gastar dinero en material deportivo. Todo esto puede hacerlo, si así lo desea, pero para mantenerse en una buena forma física basta con practicar con regularidad aquellos deportes y actividades que más le gustan. Tal es el caso de pasear, correr por el parque, nadar en la piscina o en la playa, montar en bicicleta, bailar, practicar gimnasia con las amigas, jugar al tenis, al paddle o al squash, danza. Siempre hay una o varias actividades físicas que se encuentren a su alcance.
Normas básicas de un ejercicio saludable
Para que la actividad física reporte todos sus beneficios debe practicarse siguiendo unas normas básicas, de lo contrario puede resultar ineficaz e incluso peligrosa para el organismo. Éstas deben ser sus principales características:
- Frecuencia: tres veces por semana durante diez u once meses al año, pudiendo combinar diferentes actividades físicas a lo largo de la semana o en los meses del año, de acuerdo con sus apetencias, disponibilidad de tiempo libre, instalaciones, etc.
- Duración: mínimo media hora, aunque lo normal suele ser entre cuarenta y cinco y cincuenta minutos. Determinadas modalidades deportivas, o los paseos por el monte y andar en bicicleta, pueden extenderse más tiempo.
- Intensidad: debemos guiarnos por lo que nos marca el corazón, los latidos por minuto. Para captar los latidos puede colocar dos dedos en la muñeca, debajo del dedo pulgar; también en la parte izquierda del pecho, o bien en el cuello, a los lados del cartílago tiroides o nuez. La frecuencia cardíaca que nos es más útil para perder calorías y mejorar el estado general de nuestro organismo se sitúa entre 110 y 145 latidos por minuto, 110 para las edades más avanzadas y 145 para las más jóvenes. Por encima de esa frecuencia cardíaca puede resultarle perjudicial. Lo que nunca debemos hacer es superar los 210 latidos por minutos.
- Edad: una mujer de 55 años nunca debe trabajar a 165 latidos por minuto; en condiciones normales esta intensidad de trabajo es equivalente a aquella en la que hablamos con cierta dificultad.
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