Te has preguntado ¿para qué sirve cada alimento?


Para conocer mejor los alimentos vamos a describir los grupos fundamentales y sus funciones más relevantes.
Hidratos de carbono:

Los hidratos de carbono son fuente de energía, el “combustible del organismo”, además de formar parte de las membranas de las células y de otras funciones estructurales menores. La energía que proporcionan los hidratos de carbono es la que utilizamos durante los primeros minutos de un esfuerzo (pasear, nadar, montar en bicicleta), ya que a partir de tres o cuatro minutos comenzamos a consumir grasa (ésta es la razón de las diferentes tipos de energía para perder kilos de más). Ahora bien, hay diferentes tipos de energía o hidratos de carbono. El más rápido es la glucosa, que se encuentran en las uvas o la miel, ya que en apenas quince minutos pasa del aparato digestivo a la sangre, y de ahí a los músculos. Otro azúcar es la sacarosa presente en el azúcar morena o blanca, que también proporciona energía a corto plazo. La fruta en general contiene mucha fructosa, fuente de energía más lenta, al igual que sucede con la lactosa. El más lento de todos es el almidón presente en frutas, verduras, frutos secos, cereales y legumbres, ya que, como es un almacén de hidratos de carbono, su utilización es más lenta. Por último, dentro de este grupo podemos citar la fibra, parte del alimento que no se absorbe pero que colabora en la función del aparato digestivo, reduce la absorción de grasa y previene los cálculos biliares. La fibra es abundante en cereales, vegetales integrales, verduras y frutas en general.

Proteínas:

Son los ladrillos de nuestro cuerpo, ya que gracias a ellas adoptamos la forma que nos corresponde. Hay dos grandes tipos: las de origen animal y las de origen vegetal. Los productos de origen animal, como la carne, el pescado y los huevos contienen toda la gama de proteínas. Para cubrir nuestras necesidades proteicas si nos alimentamos con productos de origen vegetal, debemos combinar varios de ellos, aunque tienen a su favor que el organismo los asimila más fácilmente. Fuentes vegetales de proteínas son las legumbres, alubias o semillas. Existen además unas proteínas especiales llamadas enzimas, gracias a las cuales se controlan muchas funciones de cada célula de nuestro cuerpo.

Grasas:

Estos alimentos cumplen variadas e importantes funciones, entre ellas la de formar las membranas de las células, constituir hormonas (como los estrógenos), aportar energía al organismo (sobre todo en ejercicios de larga duración, superiores a cinco minutos) y formar parte de los jugos biliares. Hay tres tipos de grasa; la saturada, la monoinsaturada y la poliinsaturada.

Las grasas saturadas son más proclives a pegarse a las paredes de las arterias y acumularse en los adipocitos, favoreciendo la obesidad, y además son más difíciles de digerí. Este tipo de grasa se encuentra sobre todo en los productos de origen animal, como las carnes, embutidos, huevos, bollería industrial, mantequilla y productos lácteos (leche entera, queso), así como el aceite de coco y de palma. Es la grasa que se mantiene sólida a temperatura ambiente y la que facilita el llamo “colesterol malo”.

Las grasas monoinsaturadas “buenas” para el organismo en términos de salud, ya que reducen el colesterol, en la sangre y también el riesgo de padecer enfermedades coronarias (del riesgo sanguíneo en el corazón). Las encontramos en los frutos secos, aguacate, aceite de oliva y pescado.

Las grasas poliinsaturadas son las que favorecen el “colesterol bueno”, las que mejor se transportan en la sangre sin pegarse a las arterias, además de ayudar a reducir la cantidad de colesterol en los vasos sanguíneos. Esta grasa abunda en los vegetales, frutos secos, soja, mariscos y pescado azul, así como en los aceites de maíz, oliva y girasol, el sésamo, las verduras y las nueces.

Mención aparte merece el llamo omega-3, un tipo de grasa muy beneficiosa porque actúa como antiinflamatorio, anticoagulante y favorece el desarrollo fetal. Se encuentra sobre todo en los pescados azules (salmón, sardina, caballa), en el aceite de linaza y en verduras de hoja verde (lechuga, espinacas).

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