Los efectos de la menopausia


Los efectos de la menopausia no sólo afectan a los órganos genitales, sino también a otros situados diferentes zonas del organismo. Cada mujer es un mundo, razón por la cual las modificaciones funcionales llegado este momento de la vida, son muy diferentes en unas y otras, no sólo por su propia constitución, si no también considerando si hay o no tratamientos encaminados a reducir los síntomas presentes en la menopausia.
Los efectos se instauran lentamente, por lo general en el transcurso de años, y llegan a tener una duración superior a la de la propia menopausia. Dentro de los posibles efectos encontramos:
  •   Vagina: la mucosa o capa interna de la vagina tiende a reducirse y sufre cierta atrofia con la menopausia. Es más, las glándulas de Bartolino que en número de dos se sitúan a ambos lados del orificio genital externo y que producen secreciones que lubrican los genitales externos y la vagina  durante la estimulación sexual disminuyen su producción y la vagina se vuelve más seca, por lo que requiere una mayor estimulación durante la relación sexual para conseguir una buena lubricación.
  •  Útero: la falta de estrógenos hace que involucione: su capa más interna se atrofia, su tamaño se reduce y tiende a desplazarse hacia delante. Estos cambios facilitan la posibilidad de pequeños sangrados, hay que controlar con ayuda del especialista.
  • Uretra: tanto la uretra (conducto de unos pocos centímetros que comunica la vejiga urinaria con el exterior) como la parte inferior de la propia vejiga urinaria también involucionan y sufren cierta atrofia que puede favorecer infecciones e incluso incontinencia urinaria.
  • Mama: es uno de los primeros órganos en modificarse. A partir de los 35 o 40 años los tejidos glandulares o productores de leche en la mama involucionan lentamente y van siendo sustituidos por grasa.
  • Memoria: la capacidad para almacenar, modificar y recuperar información que tenemos en nuestro cerebro puede verse afectada, sobre todo en el sentido de cierta disminución, tanto para los recuerdos cercanos como para los alejados en el tiempo.
  • Huesos: cuando faltan los estrógenos, la masa de los huesos o densidad ósea tiende a debilitarse lentamente, y los huesos se vuelven más frágiles. Esta situación se conoce con el nombre de osteoporosis. En estas condiciones, las fracturas sin traumatismos o golpes previos son frecuentes en mujeres posmenopáusicas. La frecuencia de estas fracturas aumenta con la edad, ya que cada año la pérdida de masa ósea es mayor. Las fracturas más frecuentes son las de cadera. No obstante, hay que recordar que la posibilidad de padecer osteoporosis es menor cuanto mayor sea la densidad del hueso al iniciarse la menopausia.
  • Redistribución de grasa: la falta de estrógenos facilita el predominio en la sangre de la mujer de hormonas masculinas tipo androstendiona. Esta situación facilita la redistribución de la grasa corporal, sobre todo en el tejido celular subcutáneo, lo que facilita la perdida de “formas curvas”.
  • Grasa: con la menopausia, por la disminución de estrógenos, la piel pierde gran parte de su grosor, así como el contenido en colágeno. Esto se traduce en una mayor fragilidad de la piel, aumento de la sequedad y menor elasticidad.
  •  Capacidad reproductora: con la menopausia la posibilidad de reproducción es nula, si bien es cierto que esta posibilidad comienza a reducirse muchos años atrás. La fertilidad femenina es máxima a los 25 años, se reduce notablemente a los 35 y de forma especial a los 40.



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