La ausencia de la protección que los
estrógenos desarrollan sobre diferentes órganos de nuestro cuerpo posibilita la
aparición de una serie de síntomas. No todos los síntomas de la menopausia se
presentan en todas las mujeres, y su intensidad es muy variable. Sin embargo,
le aconsejamos que vigile estos síntomas para consultar con el especialista en
caso de que aparezcan:
Colesterol
en la sangre: tras la menopausia suelen aumentar las concentraciones de
colesterol en la sangre, situación que favorece la formación de placas de grasa
en las paredes de las arterias y el desarrollo de la arteriosclerosis, con sus
consiguientes complicaciones, como infarto de miocardio, angina de pecho,
embolia cerebral o falta de riego en las piernas.
Vida
sexual: una cierta disminución del deseo sexual no debe atribuirse a la pérdida
de estrógenos, sino más a alguna disfunción sexual previa e incluso a un
problema de la pareja. En general, ya en los años previos a la menopausia, la
mujer puede experimentar un descenso en la actividad sexual o un declive en el
interés por el sexo. En cierta medida tienen su influencia las modificaciones
de la vagina, la menor secreción de las glándulas de Bartolino, que lubrican
esta zona, modificaciones del flujo sanguíneo genital, e incluso las
percepciones psicológicas acerca del sexo de cada individuo o de ambos miembros
de la pareja después de la menopausia. Suele disminuir la frecuencia de
penetraciones, pero no parece estar relacionado con la menopausia, sino más
bien con aspectos psicológicos de la mujer o del varón.
Aumento
del tamaño de la mama: debido a una mayor acumulación de grasa. Al
mismo tiempo el tejido conjuntivo de su interior tiende a reducirse, con lo que
sufren un mayor descenso.
Aparición
del vello: en la cara, brazos y otras zonas, con típica distribución
masculinoide. Este signo se debe a que después de la menopausia se hacen más
presentes los pocos andrógenos u hormonas masculinas que tiene la mujer.
Palpitaciones: o
percepción de los latidos del corazón, que en general aumentan en intensidad y
frecuencia. Este síntoma suele presentarse antes o durante las crisis de
sofocaciones.
Sofocos: se
manifiestan como crisis de calor y sudación que, desde el tórax, ascienden
hasta el cuello y cara. Es un síntoma claro de la disminución de los estrógenos
en la sangre.
Alteraciones
del sueño: que suelen coincidir con problemas para conciliar el sueño o
despertares nocturnos, como consecuencia de crisis de sofocos.
Pequeños
sangrados vaginales: por lo general relacionados con la atrofia de
la capa interna o endometrio del útero. No suelen tener importancia, pero
siempre que se produzcan hay que consultar con el especialista.
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