La sauna, un baño de vapor originario de Finlandia, ofrece innumerables beneficios a tu salud mental y física, además de cuidar tu belleza. Para empezar, la sauna ofrece un gran efecto relajante, ideal para reducir el estrés y las tensiones de la rutina diaria que acaban comprometiendo el aspecto de tu piel.
El calor provoca en el cuerpo la liberación de sustancias, como las endorfinas, responsables por la sensación de bienestar en todo el cuerpo. Las altas temperaturas dilatan los vasos sanguíneos, lo que baja la tensión arterial y te hace sentir totalmente relajada.
Las mujeres que sufren con retención de líquidos también pueden ser beneficiadas con el uso de la sauna. Con la transpiración, los líquidos acumulados son eliminados a través de tu piel. Muchas personas confunden este efecto con adelgazamiento, pero en realidad, lo que pierdes son los líquidos retenidos.
La sauna también dilata los poros de la piel favoreciendo su posterior tratamiento o hidratación. Después de salir de la sauna, es importante hidratar profundamente tu cuerpo y rostro para evitar deshidratación por la pérdida de líquidos. Lo mismo con los cabellos.
Es importante también tener mucho cuidado con la higiene, ya que le calor y humedad favorecen la proliferación de hongos. La sauna debe estar siempre muy bien higienizada.
Quien tiene la presión baja o problemas cardiacos debe evitar el uso de la sauna. Tampoco es recomendable hacer sauna antes de realizar ejercicios físicos, ya que deshidrata el cuerpo y deja los músculos muy relajados. Las embarazadas también deben evitar la sauna.
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