5 errores a la hora de comprar un cosmético



por Adolfo David
1.- Pensar que los productos son mejores cuando son más caros
Relacionar el precio de un producto cosmético con su calidad es uno de los errores más comunes y frecuentes en cosmética. Pero lo cierto es que dicha relación no existe, a pesar de lo que muchas veces queremos creer. En el fondo, la inclinación por los productos necesariamente más caros acaba siendo un puro acto de autoconvencimiento. Una limpiadora de La Prairie no tiene por qué ser mejor que una de Vichy, o una hidratante de La Mer mejor que una de Nivea. Los ingredientes irritantes y prescindibles son tan comunes en los productos caros como en los asequibles, e incluso tampoco es extraño encontrar productos casi prohibitivos con fórmulas terriblemente aburridas, mientras hay productos muy bien formulados a precios muy inferiores. Gastar más dinero en cosmética no revierte necesariamente en una mejor piel.
2.- Creer que los productos o ingredientes naturales son siempre mejores o superiores
El propio término ‘natural’ se ha convertido en un efectivo eslogan de marketing. En cuanto a nutrición, los alimentos orgánicos y obviamente naturales (aunque hay excepciones a esto, como las grasas hidrogenadas), son claramente superiores, pero este aserto no se traslada por igual al mundo cosmético. Hay decenas de ingredientes cosméticos naturales beneficiosos y decenas cuestionables cuanto menos, como el mentol, el eucalipto o múltiples aceites esenciales aplicados sobre el rostro. Y en los ingredientes sintéticos pasa algo bastante similar. La buena cosmética debe hacer uso de los mejores ingredientes naturales y los mejores sintéticos.


3.- Creer en los ingredientes mágicos
No sabría hasta qué punto decir que esta estrategia es relativamente novedosa o no. Probablemente no lo sea, y simplemente han cambiado los ingredientes mágicos promocionados como tales así como el modo de publicitarlos. En términos generales, todo producto cosmético idealmente debe estar formulado con una cierta variedad de ingredientes beneficiosos, si cabe más cierto aún en el caso de hidratantes, mascarillas y sueros. No obstante, existen ingredientes cosméticos que dada su probada efectividad pueden configurar casi incluso por sí solos una excelente fórmula cosmética cuando su presencia es considerable. Tal sería el caso, por ejemplo, de la vitamina C, de exfoliantes químicos como el ácido glicólico o salicílico, o el ácido retinoico. Lo criticable es la tan habitual fórmula cosmética respaldada por un intenso marketing por una molécula o ingrediente absolutamente novedoso (lo cual significa un muy reducido número de estudios sobre el mismo, especialmente independientes) ‘escondidos’ dentro de una fórmula sin pena ni gloria. Sé escéptico.
4.- Estar seducido y tentado por cada nuevo producto y anuncio
Leer una revista de moda y belleza es estar sometido a una verdadera avalancha. Una avalancha de pieles perfectas, fórmulas de post-última generación, promesas aún mejores que antes, porcentajes de mejora clínica sin precedentes o seductores envases diseñados por expertos para captar la atención del consumidor. Queremos creer. Y si aún no se ha obrado el milagro en nuestra piel, puede que esto lo consiga el siguiente producto. Quien no busca ni prueba, no encuentra… Bien, como podemos ver las excusas pueden variar, pero el resultado final es el mismo: no podemos resistir la tentación de querer probar ese nuevo cosmético, si bien dicho producto acaba siendo amenazado por las siguientes novedades de la competencia. Es decir, no es infrecuente acabar neurotizado por lo último en cosmética, un mundo donde el marketing se supera día a día en una vorágine de productos e imágenes que terminan anulando cualquier sentido común. Y es que no. Los nuevos productos no son siempre mejores. Asúmelo.
5.- Creer todo lo que te dice una vendedora cosmética
El principal entrenamiento de las vendedoras cosméticas no es exactamente en cosmética, es en técnicas de venta. Sin duda deben tener conocimientos mínimos sobre cosmética, pues al fin y al cabo van a venderte productos cosméticos. Los de su marca, por supuesto. No sería justo si no reconociera que existen muchas vendedoras de cosmética honestas y bien formadas. Pero tampoco debemos olvidar que esto no es, por desgracia y muy posiblemente, la norma. Son tantas las veces que me he encontrado con afirmaciones o recomendaciones por parte de vendedoras cosméticas tan peregrinas como sorprendentes que muchas he acabado por olvidarlas debido a lo tristemente rutinario que ha terminado convirtiéndose semejante experiencia. Seguro que muchos de mis lectores han tenido la misma sensación incontables veces. Y es cuando piensas si ese vendedor podría venderte por igual un cosmético que unos zapatos, y simplemente acabó en el departamento cosmético por casualidad. Cuando seas atendido por una vendedora cosmética, no creas todo lo que te dice. Compara productos, marcas, busca opiniones terceras si es posible e infórmate por ti mismo.


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